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1er Domingo de Adviento: comentario bíblico

Adentrándonos en la palabra de este domingo

Los textos de este primer domingo nos proponen tener los ojos abiertos para ver, no cualquier cosa, sino realidades de justicia y derecho que están presentes en nuestra historia, aunque sean pequeñas, como una pequeña raíz; ellas son el signo de que el Hijo del hombre está viniendo. Veamos más detenidamente lo que nos dice la Palabra de Dios.

Jeremías 33, 14-16, Salmo 24, Tesalonicenses 3, 12 – 4,2 y Lucas 21, 25-28. 34-36

Tanto el texto de Jeremías como el evangelio de Lucas nos hablan de un contexto de crisis. En la primera lectura nos encontramos ante la caída de la ciudad de Jerusalén y próximos al exilio del pueblo hacia Babilonia. Esta realidad expresa destrucción e incertidumbre. Pero el profeta anuncia en medio de todo esto, que el Señor será fiel y cumplirá con su Palabra… nos traerá la salvación. Lo único que se nos pide es saber ver y reconocer por dónde aparece su presencia, como un pequeño vástago, un niño, una realidad vulnerable e inacabada, a la cual debemos responder con la segunda lectura, la carta a los Tesalonicenses: ¡ustedes ya saben que hacer! “superarnos en amor mutuo… un amor hacia todos”.
Lucas nos trae un texto que lo leímos hace muy poco en el evangelio de Marcos… la venida del Hijo del hombre. Pero hoy leemos un contexto mucho más amplio, y llena de desconcierto todo lo que nos anuncia; como decíamos anteriormente parecería ser un contexto de total crisis e incertidumbre. Y nuevamente aquí se nos invita a reconocer, a mirar con claridad. Quisiéramos recuperar tres claves para este “mirar”. Levántense, no se embote sus corazones y estén despiertos.
La misma Palabra nos caracteriza cada clave. Levántense, significa “tener la cabeza elevada”; cuando ocurre lo contrario nos miramos a nosotros mismos, no miramos de frente la realidad, nos escondemos en nuestros caprichos y necesidades, no podemos mirar al otro… así no hay presencia que sane ni cure la realidad que estamos viviendo.
No se “embote” nuestro corazón… esta palabra no aparece mucho en la Biblia, 7 veces, pero su significado nos puede ayudar a comprender lo que nos dice Lucas. Tener un corazón embotado es tenerlo endurecido, cargado, abrumado… es un corazón que no está libre para mirar de otra manera y asumir la propuesta en tiempos de cambio e incertidumbre. ¡Que se libere nuestro corazón de todo aquello que no nos permite dar un paso diferente!
Por último nos dice que estemos despiertos. En la Palabra de Dios se usa mucho este imperativo para los tiempos de vigilia, en dónde no se puede identificar el día y la noche, por lo tanto agudiza la mirada aquel que permanece despierto para reconocer aquello que con un simple pasar revista no se puede comprender. Es por eso que más que una actitud exterior, es una disposición de toda la persona… sería un sinónimo de “estar atentos”.
La primera actitud en este camino de adviento es confiar en la Palabra de Dios, Él no defrauda, lo que sí debemos es mirar de otra manera y pedirle como nos enseña el Salmo:

Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador.
El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes.
Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor se confía con sus fieles
y les da a conocer su alianza.