Domingo 17 de Noviembre 2019

Domingo 17 de Noviembre 2019

Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario

Todos los años la liturgia nos regala un tiempo de discernimiento al final del año… nos pone de cara a la llegada de estos días. Aprovechemos este tiempo especial de mirarnos por dentro, confiados de que el Señor pondrá palabras de sabiduría en nuestro corazón para que podamos ser fieles, es decir, ser testimonio de su proyecto en medio de lo que nos toca vivir.

Malaquías 3, 19-20ª, Salmo 97, II de Tesalonicenses 3,7-12 y Lucas 21,5-19.

Los textos de este domingo nos transmiten la proximidad de un tiempo final. Tanto la primera lectura como el Evangelio nos dicen que el tiempo del fin se acerca y nos invitan a ser testigos de los signos que lo caracterizarán.

El profeta Malaquías, el último de los 12 profetas menores, nos hablará de la llegada de “aquel día”. ¿A qué día se refiere?… ¿Qué concepción está detrás de esta profecía?. La expresión “llega el día” implica para Malaquías la presencia del Señor que deja al descubierto las acciones de todos los hombres… un día de juicio y de discernimiento entre justos y pecadores delante de Dios. El evangelio de Lucas también nos presenta esta venida del Señor como “llegarán días” en los cuales no quedará piedra sobre piedra… donde todo será descubierto. 

La proximidad del cierre del año litúrgico nos trae estas reflexiones, no para que nos llenen de angustia y temor, sino para que nos invitemos unos a otros a generar actitudes maduras de permanecer en medio de “estos días” de discernimiento y evaluación de nuestras vidas. Si el contexto final nos pone de cara al discernimiento de nuestras acciones, las lecturas de hoy nos ayudan a transitarlo con actitudes concretas. Veamos…

Por un lado se nos dice en ambos textos que esta presencia llega a tocar las raíces más profundas… deja en evidencia los fundamentos de toda nuestra vida… ¡no queda nada en pie! Ante esto no nos debemos dejar engañar. Jesús en el evangelio de Lucas les dice a sus discípulos que en estos tiempos vendrán muchos con otras ideas… que aunque sucedan guerras, terremotos o vengan pestes, el fin todavía no llega. Es necesario vivir un tiempo de dar testimonio.

Este testimonio que invita Jesús muchas veces se dará en contextos de persecución y discusiones fuertes hasta con las personas más cercanas de nuestra vida. Allí el Señor nos llama a la confianza de su presencia en nuestra vida. No debemos preocuparnos de lo que diremos, ya su sabiduría pondrá en nuestras palabras lo que debemos decir ante cada situación. 

Por último lo que resalta el texto es que cuando comiencen a “llegar estos días” debemos “permanecer” perseverantes. En Lucas la perseverancia siempre está unida a una presencia total en el lugar donde Dios pide que esté el discípulo. Implica no solo creer interiormente, sino estar de pie en dónde el corazón sienta que el Señor le pide. No es un estar dividido, sino estar con toda la vida (corazón, mente y cuerpo) allí donde estamos llamados a ser testimonio del reino de Dios.

Si la “llegada de estos días” se caracteriza por el discernimiento en nuestra vida, los textos de hoy nos llevan a permanecer de corazón siendo fieles a lo vivido y a la propuesta que el Señor nos hace.

Todos los años la liturgia nos regala un tiempo de discernimiento al final del año… nos pone de cara a la llegada de estos días. Aprovechemos este tiempo especial de mirarnos por dentro, no dejándonos llevar por aquellos que nos anuncian un fin catastrófico, sino confiados de que el Señor pondrá palabras de sabiduría en nuestro corazón para que podamos ser fieles, es decir, ser testimonio de su proyecto en medio de lo que nos toca vivir.