Domingo 23 de Febrero 2020

Domingo 23 de Febrero 2020

Con el texto que leemos hoy termina el capitulo 5 del evangelio de Mateo. Si recordamos lo que nos trae sus primeros versículos podremos reconocer un plan de vida para el tiempo que estamos por comenzar. El miércoles próximo es Miércoles de Ceniza y la liturgia nos ofrece, como todos los años, un tiempo especial para mirar la propia vida en consonancia con el proyecto que nos invita a vivir el Señor.

Levítico 19, 1-2. 17-18; Salmo 102; I de Corintios 3, 16-23 y Mateo 5,38-48.

Este capitulo 5, que comienza con las bienaventuranzas, es la concreción del llamado a la santidad que todos tenemos para nuestra vida. Ser santos es ser perfectos. Pero no es una perfección ética de cumplimiento de leyes o prácticas, es la practica del amor hacia uno mismo y hacia los demás. Veamos algunas claves con las cuales Mateo especifica ese amor, continuando la reflexión de la semana pasada.
Lo primero que resalta en el texto es la antítesis o la superación que presenta Jesús en referencia al Antiguo Testamento. Se dijo y ahora les digo. Esta frase sigue resonando en nuestros oídos desde la semana pasada. Por un lado señala cómo el proyecto al que nos invita Jesús implica una profundización y superación de lo que la ley o el sentido común nos indican. Debemos amar mas allá. Pero por otro lado nos sugiere que nunca acabamos de amar, el amor no tiene límites. Siempre es posible una entrega mayor.
En segundo lugar quisiéramos detenernos en aquella propuesta del amor al prójimo que dice ‘si tu hermano te pide que lo acompañes un kilómetro sigue con él dos’. La ley del AT indicaba acompañar a alguien que llevaba una carga pesada. Jesús no refiere al tema de la carga, la sugiere y duplica el tiempo de la compañía. Lo interesante de este ejemplo es que el texto de la ley hacia referencia a acompañar cargando el peso con el otro; aquí  se usa el mismo verbo que cuándo el Cireneo carga con la cruz de Jesús. Entonces la nueva propuesta que nos hace el Señor es una disponibilidad, no solo para caminar mas allá de lo solicitado sino además cargando con su cruz.
Por último, sería muy importante detenernos un momento en el amor que va mas allá de la reciprocidad. El amor al que nos invita Jesús es aquel que pareciera no asegurar en nada una retribución. Habla concretamente de amar a los enemigos y a quienes nos odian. ¿Cómo podremos hacer esto? Mateo pone de ejemplo la misma experiencia de Dios. Él da el bien sin distinción… hace salir el sol sobre todos… proporciona la vida mas allá de la respuesta que cada uno de nosotros le da o hasta donde nos comprometemos con su proyecto. Ese proyecto de amor es el que estamos invitados a vivir y a proyectar en nuestra vida.