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Fray Pedro Meca

Nacido en 1935 en Pamplona (España), Pedro Meca se trasladó con su familia a Francia y con 21 años se hizo fraile dominico. Conoció al Abbé Pierre con quien trabajó, como camarero-trabajador social, en el “Claustro”, un bar abierto por iniciativa del fundador de los traperos de Emaús.

En 1992, Pedro Meca y la asociación «Los Compañeros de la Noche» abrieron, en el corazón del Barrio Latino de París, «La Moquette», un lugar donde las personas que viven en la calle pueden, por la tarde y hasta la medianoche, encontrarse, ser escuchados y estar en contacto con otras personas participando en conferencias, debates sobre las noticias del día, fiestas de cumpleaños o talleres de escritura.

Cada Navidad celebraba una Eucaristía en una carpa que se instalaba en el centro de París a la que acudían más de mil personas sin hogar. Desde el centro “La Moquette” se aseguraban también que las personas que morían en la calle y no eran reclamadas por nadie, tuvieran un entierro digno. En esas celebraciones participaban los compañeros de la calle que proporcionaban una despedida digna al fallecido.

Se retiró de su labor como trabajador social en 2005 y, aunque no dejó de estar pendiente de los más necesitados, acudía con menos frecuencia a «La Moquette». En 2009 quiso recuperar los encuentros con sus amigos de la calle. «Aunque no puedo hacer nada, estoy aquí. Sin recursos ni poder. Mi fe me dice que Dios ama a todos. Si Él ama a todos, es que Él lo ve como algo hermoso y adorable. Así que trato de ver lo que es hermoso en el que está frente a mí, destruido por el alcohol, las drogas, los reveses de la vida. Y eso puede llevar mucho tiempo”.

“Los sin hogar pueden enseñar muchas cosas. De la gente pobre solo se ven las necesidades y cómo llenarlas: no tienen casa, no tienen qué comer, no tienen vestido… Mi relación no es esa, es encontrarme con alguien con sus potencialidades, su saber, su cultura, sus gustos, con sus pasiones, lo que le interesa. Hay que atender a la totalidad de la persona, teniendo en cuenta que todos tenemos potencialidades y riquezas y que todos podemos aportar algo. Ellos pueden y tienen que aportar”.

En los socialmente insignificantes y olvidados en la sociedad, con la mirada de Jesucristo descubrió la dignidad de la persona humana, y actuó en consecuencia ¿Qué otra cosa es practicar el evangelio?

La conducta de Pedro Meca sugiere la necesidad de una Iglesia profética. Que respire la compasión de Jesucristo ante los sufrimientos de los seres humanos. En salida hacia los pobres. Liberada de perniciosas instalaciones y de falsas seguridades.

“Anunciamos con tristeza la muerte de nuestro hermano Pedro Meca, compañero en la noche de los que no tenían nada. Un mendicante”. Así anunciaban los dominicos de la Provincia de Francia el fallecimiento, a los 80 años, de fr. Pedro Meca, que dedicó toda su vida a estar/vivir con los más pobres, a ayudarles a encontrar trabajo, a devolverles la dignidad perdida y recuperar la autoestima.