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Adentrándonos en el Adviento

¿Qué podemos hacer ante este niño que nos nace?

La navidad nos enfrenta todos los años a una realidad que nos cuestiona desde lo más profundo de nuestras creencias; por un lado un Dios que se hace niño, por otro un Dios que no tiene lugar para nacer, un Dios que elige un pueblo pequeño como contexto social-cultural para venir a la historia, un Dios niño que debe ponerse en camino rápidamente porque su vida es un “riesgo de poder” para otros. Podríamos seguir enumerando todo aquello que el nacimiento de Jesús nos sugiere, pero quisiéramos proponerles que nos detengamos en lo que nos trae este niño-Dios con su nacimiento, y qué podemos hacer con esta llegada.
El evangelista Marcos, evangelio que reflexionamos en el año litúrgico que acabamos de terminar y como regalándonos su último aporte, nos dice que el pueblo de Israel venía esperando un Mesías, Aquel con quién se iba a inaugurar una etapa fundamental del Reino de Dios, un reinado esperado por tanto tiempo, un momento de la historia que iba a transformar vínculos, proyectos y posibilidades para todos. Un reinado de paz, de justicia y de solidaridad. Pero este Reino viene en un niño; más el evangelio nos dice que ¡debemos recibir el Reino de Dios como un niño! ¿Qué quiere decirnos con esto la Palabra de Dios? Muchas veces lo comprendemos como si debiéramos actuar como niños, ¡un niño en un pesebre!, con simpleza y confianza, con sencillez y alegría. Pero una comprensión así es algo ingenua. Si leemos bien la frase, lo que nos dice la Palabra es que debemos aceptar que el Reino de Dios aparece así “como un niño”, se hace accesible de esta forma, con este cuerpo, sin derechos, impotente, vulnerable, desatendido, aún no visto como una “persona completa”.
Mirado así el Reino, o si quieren más concretamente, el proyecto de Dios que nos trae el niño en Belén, es una realidad que debe ser acogida, acompañada, que necesita de nuestro compromiso, de nuestra creatividad, de nuestra respuesta, no es algo acabado que se nos propone, sino una hoja de ruta que debemos trazar para transformar nuestra vida en un reinado de paz, justicia y solidaridad.
¿Qué podemos hacer ante este niño que nos nace? Creemos que el Reino de Dios no es algo que viene desde arriba, sino que lo debemos construir desde acá, desde nuestras relaciones y opciones cotidianas, y la Palabra de Dios, que se nos regala todos estos domingos de adviento, nos puede decir el qué hacer… ¡veamos que nos propone!
El primer domingo nos propone a tener los ojos abiertos para ver, no cualquier cosa, sino realidades de justicia y derecho que están presentes en nuestra historia, aunque sean pequeñas, como una pequeña raíz; ellas son el signo de que el Hijo del hombre está viniendo. Mirar aquello que no construye desde la honestidad y la posibilidad para todos, es mirar desde el afuera la propuesta del Reino.
La segunda propuesta que se nos hace en el domingo siguiente es a escuchar la voz del profeta, o voces de nuestros hermanos, pero no con una actitud pasiva, solamente de receptividad, sino como acogiendo a ese Reino al cual debemos acompañar para que se realice y complete; la forma de completar el camino del Reino se presenta en las lecturas enderezando caminos y haciendo agradables, con suaves aromas, los senderos de la vida… ¡ser “buena gente” para nuestros hermanos!
Ya el tercer domingo nos pone de cara a otra actitud que tiene como referencia directa al otro. Acoger el Reino que viene como un niño implica tener actitudes de solidaridad hacia los demás, bien concretas: con el que no tiene túnica, con el que no tiene que comer, con quién debo practicar la justicia, con la extorsión… en esos gestos bien 0concretos se manifestará que el Señor está en medio nuestro.
Por último, ya en la antesala de la Navidad, el domingo 23 de diciembre, los textos nos dicen que para acompañar a ese niño debemos ponernos en camino, salir de nosotros mismos y reconocer el bien en los demás, porque es posible que la luz y la paz vengan de nuestros hermanos, y no solo de nosotros mismos, de nuestros proyectos y decisiones. Estar abiertos al bien del otro es una tarea difícil, porque no solo implica aceptación, sino también ser agradecidos.
¿Qué podemos hacer ante este niño que nos nace?… tener ojos abiertos para ver lo pequeño …enderezar caminos y hacerlos más agradables para otros…practicar la solidaridad…y ser agradecidos con el bien que los demás nos regalan.