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Viernes Santo

03/29/2024

Isaías 52,13–53,12; Sal 30; Hebreos 4,14-16;5,7-9 y Juan 18,1–19,42 En el viernes de la Pasión recordamos y hacemos memoria del caminar de Jesús con la cruz a cuestas, su crucifixión y su muerte en la cruz. La liturgia de hoy termina con la sepultura del Señor. Hay tres momentos claves. El primero es la lectura […]

Isaías 52,13–53,12; Sal 30; Hebreos 4,14-16;5,7-9 y Juan 18,1–19,42

En el viernes de la Pasión recordamos y hacemos memoria del caminar de Jesús con la cruz a cuestas, su crucifixión y su muerte en la cruz. La liturgia de hoy termina con la sepultura del Señor. Hay tres momentos claves. El primero es la lectura de la pasión según san Juan. Lo segundo es la adoración de la Cruz. Y por último, la oración universal por toda la humanidad y la creación. Quisiéramos detenernos en la lectura del evangelio de Juan.

Hay tres frases que nos devuelven la vivencia de este día. Jesús dice “tengo sed” cuando está crucificado. Es lógico que tenga esta necesidad cuando está colgado de la cruz. Pero esta sed es la sed de entrega por sus hermanos… de ver a sus hermanos libres y con una vida plena. Si recordamos el Salmo 41, allí decimos junto con el salmista, “mi alma tiene sed de Ti, del Dios vivo; cuando entraré a ver el rostro de Dios” …esta es la sed que tiene Jesús en la cruz: ¡ansía… desea que podamos ver el rostro que da vida! 

La segunda frase “todo se ha cumplido y entregó su espíritu”. Si recordamos en el libro del Génesis, en el día 6to de la creación, la biblia nos dice que luego de todo lo que había hecho Dios, el Señor dijo “todo está terminado” y todo esto era “muy bueno”… en el séptimo día “descansó”. Con la entrega del espíritu y el aliento de Jesús culmina una nueva creación, en donde todo lo hizo bien, porque entrega su aliento y vida para que todos tengamos una vida diferente. Podríamos decir que en este día Jesús entra en un descanso contemplativo luego de culminar su obra salvadora para que todos podamos entrar en esa vida para siempre.

Por último, el texto dice que un soldado clavó su lanza en su costado, y de él “brotó sangre y agua”. La sangre simboliza la muerte violenta aceptada por amor; el agua significa la vida que ha dado por el mismo amor. Su sed ha sido calmada en su entrega por amor.

¡Contemplemos y adoremos al crucificado! No cerremos nuestros ojos ante Él. Acompañemos al crucificado que tenemos dentro de nosotros, a nuestros hermanos crucificados por la vulnerabilidad que estamos viviendo… sólo así podremos humanizar nuestra vida recreando cosas nuevas para la humanidad.