Domingo 8 de Diciembre 2019
II Domingo de Adviento. Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María
La segunda vela de Adviento nos avisa de lo cerca que está el Reino, a la espera, en el vientre de una futura madre. María nos ofrece la actitud de diálogo y discernimiento como camino en nuestra relación con Dios. Este diálogo y discernimiento nos invitan a “preparar el camino”.
Génesis 3,9-15.20; Salmo 97; Romanos 15,4-9 y Lucas 1, 26-38.
En este 8 de diciembre unimos la celebración de la Solemnidad de la Inmaculada con el segundo domingo de adviento. La Sagrada Congregación para el Culto y los Sacramentos permite a la Argentina celebrar la Solemnidad de la Virgen cuando cae en domingo desde el año 2013. Este año tenemos la particularidad de que comenzamos, en este día, a celebrar los 400 años de la presencia de nuestra Madre, la Virgen del Valle, en estas tierras con el lema: “MARÍA, MADRE DEL PUEBLO, ESPERANZA NUESTRA”. Veamos cómo nos acompañan los textos en el camino de preparación hacia el nacimiento de Jesús de la mano de María.
La primera reflexión que quisiéramos compartir es la necesaria actitud de discernimiento que encontramos tanto en la primera lectura como en el evangelio. Dios se acerca a dialogar con los distintos personajes en el libro del Génesis. Las preguntas y respuestas tienen una función literaria: obtener la admisión del pecado cometido. Este diálogo terminará con la declaración de la culpa y la posterior condena hacia la serpiente. El diálogo posibilitó que cada uno pueda tener palabra y reconozca su obrar.
En el evangelio, Lucas centra la perícopa también en un diálogo. En este diálogo María experimenta una evolución como signo y señal de su propia experiencia creyente; a medida que el Ángel le va anunciando un mensaje distinto, ella debe ir a más. Es un proceso espiritual elocuente: la recepción interior del primer anuncio (“se preguntaba”), da paso a una objeción (“¿cómo será eso?”) y, finalmente, a su completa conformidad (“hágase en mí”). Nuevamente debemos acordar que el diálogo saca a la luz el proceso interior, la verdad que anida en cada uno.
La segunda reflexión que podríamos hacernos con los textos de esta Solemnidad de María es a partir de la profecía que encontramos al final del texto del Génesis. “Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo. Él te aplastará la cabeza y tú le acecharás el talón”. Esta última frase nos transmite una certeza que está presente desde el comienzo de la humanidad. El linaje de la mujer… Jesús, hijo de María, no tuvo, tiene ni tendrá una relación de servidumbre con el mal, sino de victoria a pesar de vivir continuamente situaciones de sufrimiento y pasión: “Él te aplastará la cabeza y tú le acecharás el talón”. Muchos autores se refieren a este texto como un “proto-evangelio”, en el cual encontramos ya la presencia redentora de Jesucristo que nos salva de todo pecado con su resurrección. La mujer-María también mantiene una relación de enemistad con el mal; no lo sirve sino que lo enfrenta gracias a la presencia del Señor en su vida. Esta enemistad requiere una ausencia total de pecado, ya desde el inicio de su vida, para que ella pueda permanecer fiel al proyecto de Dios.
Esta última conclusión se confirma en el texto del evangelio. La palabra que utiliza el evangelista para hablar de María es la “llena de gracia”. Es interesante ir a la palabra en griego en la cual podemos encontrar una mirada que confirme el nombre de la Inmaculada en María. El ángel le dice κεχαριτωμένη, que es el participio perfecto pasivo del verbo χαριτόω (otorgar gracia-favor). Este verbo se presenta en una forma causativa, es decir que produce un efecto en el sujeto. Además el perfecto en griego nos sugiere una acción en el pasado que mantiene sus efectos en el presente, por tanto la gracia ha tenido lugar antes de la anunciación. Por último dijimos que estaba en pasivo; cuando en la Biblia aparece un verbo en pasivo se habla de pasivo teológico, es decir que Dios es el agente que actúa y los demás reciben los efectos de ese accionar. María ha recibido de Dios esa gracia que la ha transformado en “llena de gracia” mucho antes del anuncio del ángel.
Por último, la tercera reflexión que quisiéramos hacer en este día tiene que ver con la realidad de pecado que nos transmiten los textos. En la segunda lectura, el apóstol Pablo nos invita a experimentar la unidad en medio de las divisiones que acontecen en nuestras comunidades. La comunidad de Roma estaba conformada por cristianos de origen judío y cristianos de origen pagano. Esto generaba tensión, división y muchas veces alejamiento de algunos. Pablo invita a vivir la constancia y la consolación como fuentes de la experiencia de fraternidad. Solo aquel que permanece con paciencia y consuela al hermano genera la unidad y la paz en la comunidad. Estas actitudes son la otra cara de lo expresado por Adán, Eva y la serpiente. Cada uno de ellos no sostuvo su palabra ni consoló al otro. Sino que acusó para poder salir airoso frente a Dios. Podríamos decir en este domingo que el “pecado original” al que se refiere Génesis 3 es el de la “no paciencia” hacia el hermano generando división.
Esta realidad permanece en nuestro corazón. Podríamos decir que no tenemos forma de vivir en esperanza para el cambio. Pero el nombre de Eva, como madre de todos los vivientes, puede renovar nuestra mirada pues en hebreo la palabra “Eva” y la palabra “vida” tienen un sonido semejante. A pesar de todo lo pasado, la mujer es fuente de vida.