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Pascua Joven Tucumán 2023

04/19/2023

Como cada año, la Pastoral de Juventud de Tucumán organizó Pascua Joven, el retiro de Semana Santa que convoca a jóvenes de la arquidiócesis a compartir desde el Miércoles Santo al Domingo de Resurrección en el Campus del Colegio Santa Rosa. Una vez más, algunos alumnos, ex-alumnas y voluntarios de nuestra Pastoral Juvenil Vocacional participaron como “pascuantes”, organizadores y coordinadores de grupo.

En esta oportunidad, Florencia Altieri, ex-alumna del Colegio Santa Rosa y miembro del Voluntariado de La Soledad, nos comparte su experiencia como organizadora:

Pascua Joven 2023 es una experiencia que va a quedar grabada en mi corazón por el resto de mi vida. Me resulta imposible resumirlo en esos cinco días porque, para mí, Pascua Joven inició con un llamado en Enero, con el que me invitaron a ser parte de la organización, específicamente en el área de liturgia. Dije que sí, con un poco de miedo y muchas dudas, pero sabiendo que estaba acompañada de un equipo increíble, del que aprendí muchísimo, y de ex organizadores que me orientaron y guiaron en cada paso. Nunca estuve ni me sentí sola.

Febrero y Marzo fueron meses de mucha preparación, compromiso y oración. En medio de tantas reuniones, ensayos y rodajes, encontramos la forma de volver siempre al centro, a Dios, y de vivir la Cuaresma de una manera muy especial, con desafíos espirituales cada semana. Los 44 organizadores nos acompañamos en este proceso, donde no faltaron los rosarios, misas, gestos de caridad y de amor, siempre juntos. Cuando el trabajo se volvía difícil, las dudas nos llenaban, o nos preocupábamos por cosas que iban más allá de nosotros, aprendimos a dejarlo todo en manos de Dios y Mamá María y nos sostuvimos en la oración.

El retiro fue el resultado de tanto tiempo ofrecido, de tanto trabajo por amor y de muchísima fe. Descubrí cuál era mi misión en esos días: cuidar. Cuidar de la espiritualidad del equipo organizador y de los servidores, y también cuidarlos a ellos, con gestos de cariño, confianza y amor. Hacernos volver al centro siempre, invitarlos a recordar para quiénes era el retiro, a comprender que no era solo para los pascuantes, sino también para nosotros mismos. Y también dejarme cuidar por cada uno de ellos. Tuve la oportunidad de presenciar tantos cambios durante esos días, descubrir a Jesús movilizando el corazón de cada una de esas 400 personas, en sus miradas y sonrisas.

Y hablar de cuidado es pensar directamente en nuestra Madre Elmina. Un cartel enorme con un dibujo de ella, que está en el salón del Campus, me recordaba constantemente la misión a la que dije que sí: “Cuida a quien te cuida”. Cada día, Madre Elmina me invitaba a reconfirmar mi misión, a decir nuevamente que sí a cuidar de otros, a ofrecer una vez más mi tiempo, mis ganas y mi energía para asegurarme de que servidores y organizadores vivan el retiro, encuentren a Dios en sus vidas y se dejen llenar por Su amor. Esa misión fue una bendición para mí. Encontré en los rostros y las miradas de los pascuantes, coordinadores, servidores y organizadores, la respuesta a cómo Jesús iba actuando en sus vidas. En cada charla, testimonio, actuación, abrazo y llanto, encontré a Jesús vivo y resucitado.

No tengo dudas de que lo mejor de esta experiencia fue vivirlo con otros: con mi grupo de liturgia, que me enseñaron tantísimo y sostuvieron mi propia fe y espiritualidad; con los servidores, que me mostraron el verdadero sentido del servicio y de ofrecerlo todo por amor; con cada organizador, en especial los generales, que no se cansaron de trabajar para que el retiro fuera posible y se convirtiera en una experiencia inolvidable e increíble para tantos jóvenes. Y también viví el retiro con mis amigos misioneros, compartiendo juntos nuestra fe, siendo testigos de cómo crecimos y del accionar de Dios en nuestros corazones, uniéndonos aún más gracias a Nuestra Mamá María.

Hace seis años atrás, tuve la oportunidad de vivir Pascua Joven como pascuante, y me cambió la vida. Este año pude devolverle a Pascua algo de lo mucho que me dio. Viví una experiencia completamente diferente, desde otro lugar, y, una vez más, puedo decir que marcó mi vida para siempre. Hoy agradezco infinitamente a Dios por llamarme y por convertirme en Su instrumento para llegar a tantos. Sigo rezando por los frutos de Pascua Joven, que no tengo dudas de que son y serán muchos, y en abundancia.

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